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Por Florian de Palma

Pasaron 58 años del día en el que el nombre de Juan Carlos Cárdenas quedó inmortalizado en la memoria del fútbol argentino, todavía se escucha el relato de ese magnifico gol que por muchos años se convirtió en el certificado de ganador para Racing Club de Avellaneda. Por aquellas épocas el futbol se vivía con intensa pasión, pero sin tanto fanatismo, por lo que la normalidad era ver cómo los hinchas de otros clubes manifestaban su intención de ver ganar a La Academia.

Racing había caído en su visita a Glasgow y pudo vencer en El Cilindro de Avellaneda forzando un desempate que se jugaría en Montevideo. Aquellas personas que hoy se encuentran en el pináculo de la vida o incluso algunas que ya no están, cuentan que en esos primeros días de noviembre se dio una movilización histórica de hinchas que cruzaron el charco con el deseo de ser los reyes del mundo.

Aquel 4 de noviembre de 1967 podría considerarse cómo la batalla de Montevideo porque no solo el equipo de fútbol disputaba una final tremendamente áspera en el campo de juego, sino que también los hinchas debían confrontar con los simpatizantes uruguayos que se acercaron al estadio Centenario para alentar al combinado europeo.

Ese equipo dirigido por Juan José Pizzuti cumplía con los requisitos para conseguir la gloria máxima, así lo demostraron aquellos futbolistas que primero se dedicaron a limar asperezas dentro del campo en donde quedó inmortalizada la imagen de Alfio Basile en posición de pelea ante el rival escocés y luego se encargaron de manejar el balón a la espera del momento indicado.

Momento de la hazaña:

El minuto 57 de aquel encuentro será recordado hasta que este deporte deje de existir. Rulli comenzó una maniobra apenas por delante del mediocampo, entregó el balón hacia Cárdenas y esperó una devolución que nunca llegó. El famoso “Chango” condujo la pelota algunos metros hacia adelante y quebró la lógica con un zapatazo que se incrustó en el ángulo derecho del portero Fallon.Racing construyó la historia del futbol nacional siendo el primer equipo argentino en conseguir el título del mundo, algo que en su momento celebró el país casi en su totalidad y una cuestión por la que los racinguistas seguimos inflando el pecho hasta el día de hoy.

Para finalizar con esta escritura elijo quedarme con los versos de un cantito que le piantará una lagrima a más de uno: Aunque nos lleven la contra todos los cuadros demás, será siempre La Academia el primer campeón mundial. Salud.

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