Racing cayó 1-0 ante Barracas Central en su debut en el Torneo Clausura, en el Cilindro, en un partido que dominó durante largos pasajes pero que terminó perdiendo de la forma más insólita y escandalosa. La falta de contundencia volvió a condenar a un equipo que mereció más, pero esta vez el cierre quedó completamente marcado por una polémica intervención del VAR y una decisión de Nicolás Lamolina que desató la furia académica.

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Desde el arranque, Racing fue protagonista. Con buen trato de pelota, movilidad en ataque y mayor intensidad, manejó los hilos del primer tiempo. A los 15’, Maravilla Martínez tuvo una muy clara tras un centro de Solari, pero no logró conectar con precisión. La más nítida llegó sobre los 37’: el propio Solari reventó el travesaño con un derechazo tras una gran jugada colectiva. La Academia insinuaba más, pero sin efectividad. Barracas, por su parte, apenas se acercó con alguna contra aislada. La única clara la tuvo Duarte, que obligó a una gran tapada de Gabriel Arias en un mano a mano que pudo haber cambiado la historia.
En el segundo tiempo, el equipo de Gustavo Costas siguió controlando el juego. Probó con Colombo, que definió de primera apenas desviado, y con Balboa, que intentó de media distancia. Pero el gol no llegaba. Mientras tanto, Barracas resistía como podía y apelaba a cortar el ritmo. Lamolina, de arbitraje cuanto menos tendencioso, comenzó a tomar decisiones discutidas: amarillas desproporcionadas, faltas no cobradas y un criterio laxo para algunos y riguroso para otros. El ambiente se empezaba a caldear.
¡LA ILUSION MAS QUE NUNCA EN EL CILINDRO!
Todo explotó en el final. A los 49 minutos del segundo tiempo, tras un córner para la visita, Maravilla Martínez rechazó la pelota dentro del área. Tocó primero la pelota y luego impactó en Facundo Bruera. Lamolina dejó seguir. Racing salió de contra, Martirena fue cortado con falta en mitad de cancha, pero el árbitro aplicó ley de ventaja. La jugada siguió, centro al área y cabezazo de Martínez para el 1-0. Gol, estallido en el estadio y festejo contenido. Pero duró apenas segundos.
El VAR llamó a Lamolina. El árbitro revisó la jugada inicial y decidió retrotraer todo. Anuló el gol y sancionó penal para Barracas, argumentando infracción de Maravilla sobre Bruera en el arranque de la acción. Increíble. La bronca fue total. Costas fue expulsado por sus protestas —incluso amagó con sacar al equipo del campo— y el clima se volvió irrespirable. Rodrigo Insúa, hijo del técnico Rubén Darío, convirtió con un sablazo al ángulo que dejó sin chances a Arias.
Racing terminó perdiendo un partido que dominó, donde generó más, tuvo las mejores situaciones y que parecía haber ganado con justicia. Pero la historia se dio vuelta por una jugada que dejó más preguntas que respuestas. No solo el resultado golpea: también la sensación de impotencia, de arbitrajes que condicionan y decisiones que inclinan la balanza.
La Academia empezó el torneo con el pie izquierdo. Jugando mejor, sí, pero con la misma vieja historia: sin gol, polémica con el VAR y sin justicia.