por Zoe Cristofori

El 2025 fue para Estudiantes de La Plata algo más que una buena temporada: fue un año de confirmaciones, de identidad recuperada y, sobre todo, de gloria. Bajo la conducción de Eduardo Domínguez, el Pincha transitó los distintos frentes con una idea clara, un equipo competitivo y una mentalidad que terminó marcando la diferencia en los momentos decisivos. El cierre fue inmejorable: campeón del Torneo Clausura, con una campaña que lo devolvió al centro de la escena del fútbol argentino.
El recorrido anual comenzó con el Torneo Apertura, donde Estudiantes mostró un rendimiento sólido, aunque todavía irregular. Clasificó a la fase final y alcanzó los octavos de final, quedando eliminado en un cruce cerrado. No fue un fracaso, pero sí una señal: el equipo estaba en construcción, con una base firme pero aún sin la contundencia necesaria para dar el golpe.
En paralelo, el calendario internacional puso a prueba al Pincha en la Copa Libertadores. Estudiantes superó la fase de grupos con autoridad, se hizo fuerte de local y avanzó en los cruces eliminatorios hasta alcanzar los cuartos de final. Allí quedó eliminado ante un rival de peso continental, cerrando una participación positiva, competitiva y que reafirmó su perfil copero. El equipo mostró orden táctico, carácter y capacidad para competir de igual a igual, aunque le faltó profundidad ofensiva en los partidos decisivos.
La Copa Argentina fue la nota disonante del año. Estudiantes quedó eliminado de manera temprana, en una actuación por debajo de sus posibilidades. Fue un golpe inesperado, pero que terminó funcionando como aprendizaje en un calendario cargado, donde el cuerpo técnico priorizó otros objetivos.

El gran punto de inflexión llegó en el segundo semestre con el Torneo Clausura 2025. Estudiantes construyó una campaña de menor brillo que eficacia: un equipo duro, difícil de vencer, con una defensa consistente y un ataque sin grandes cifras pero oportuno. A lo largo del torneo disputó alrededor de 20 partidos, con una media cercana al gol por encuentro y una baja cantidad de goles recibidos, sosteniendo su candidatura desde la regularidad más que desde el espectáculo.
En los cruces finales apareció lo mejor del equipo. En semifinales superó un partido cargado de tensión y llegó a la final ante Racing Club. El partido decisivo fue el fiel reflejo del Estudiantes del año: luchado, parejo, con momentos de sufrimiento y una enorme fortaleza mental. Tras el empate en el tiempo reglamentario, el título se definió por penales y el Pincha mostró temple, precisión y sangre fría para quedarse con el campeonato. Así, Estudiantes levantó su estrella número 18, coronando una temporada de crecimiento sostenido.
Desde lo estadístico, el balance general del año fue positivo: un equipo con buen promedio de puntos, goles repartidos entre varios jugadores —con Guido Carrillo y Edwin Cetré como principales referencias ofensivas— y una estructura defensiva que sostuvo al equipo en los momentos clave. No fue un Estudiantes arrollador, pero sí confiable, competitivo y mentalmente fuerte.
El 2025 dejó una certeza en La Plata: Estudiantes volvió a ser un equipo respetado, protagonista y con una identidad clara. Campeón local, competitivo en América y con un proyecto que parece tener continuidad. Un año que no solo se celebró por el título, sino porque devolvió al Pincha al lugar donde su historia indica que debe estar.
