
En un cierre tan sincero como doloroso, Pablo Guiñazú anunció su renuncia como director técnico de Talleres de Córdoba luego de la derrota 2-1 ante Instituto en el Mario Alberto Kempes. En una conferencia marcada por la autocrítica y la honestidad brutal, el “Cholo” admitió no haber estado a la altura del desafío y decidió dar un paso al costado.
“El ambiente es negativo, te acostumbrás a perder. Perdí, perdí y perdí, pero lo asumo”, expresó con firmeza. En su corta etapa como entrenador del primer equipo, los resultados no lo acompañaron y la presión deportiva, sumada al descontento del entorno, terminaron por acelerar una salida inevitable.
Guiñazú, ídolo del club como jugador, no logró trasladar ese fuego sagrado a su rol en el banco de suplentes. En su despedida, pidió que la dirigencia encuentre a alguien que “pueda ayudar a los muchachos”, dejando en claro su preocupación por el plantel y su compromiso con el escudo.
Su partida deja a Talleres nuevamente en busca de rumbo, en medio de un torneo que lo tiene a los tumbos y con la necesidad urgente de reencauzar el proyecto deportivo. Mientras tanto, los hinchas procesan la noticia con una mezcla de tristeza, respeto y bronca por un ciclo que no tuvo el desarrollo esperado.