En el Cilindro de Avellaneda se vivió una de esas noches que quedan grabadas en la memoria. Racing estaba obligado a ganar tras haber caído 1-0 en Montevideo, y no solo cumplió: lo hizo con carácter, fútbol y corazón. Fue 3-1 ante Peñarol para un global de 3-2 que lo mete en cuartos de final de la Copa Libertadores.
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Por Bruno Timonel
El equipo de Gustavo Costas salió con una actitud arrolladora. Apenas a los 7 minutos, Adrián “Maravilla” Martínez abrió el marcador y equilibró la serie con un gol que desató la euforia en el estadio. El arranque soñado le dio confianza a la Academia, que presionó con todo en los primeros pasajes del partido.
Sin embargo, el impulso inicial se fue apagando con el correr de los minutos. Peñarol, fiel a su historia copera, no se dejó intimidar y aprovechó una imprecisión para empatar el encuentro, volviendo a ponerse arriba en el global y dejando la clasificación cuesta arriba para Racing.
El golpe obligó al conjunto de Avellaneda a remar desde atrás otra vez. Con más empuje que claridad, buscó por todos los caminos. La noche se volvía dramática hasta que llegó la jugada clave: el árbitro sancionó un penal discutido que Maravilla Martínez transformó en gol con toda su frialdad, devolviendo la esperanza al Cilindro.
Agónica victoria con vista en octavos.
Ya en tiempo de descuento, cuando la serie parecía condenada a los penales, apareció Franco Pardo con un remate letal que selló el 3-1 definitivo. Explosión total en Avellaneda: Racing lo dio vuelta y se metió con justicia en los cuartos de final.
En la próxima instancia, la Academia se medirá con Vélez Sarsfield: primero en Liniers, luego en el Cilindro. Con esta muestra de carácter, Racing se ilusiona con seguir escribiendo páginas doradas en la Copa.